En un recodo de la sala
desmadejado e inerte
el traje de baño de azul celeste.
Días antes moldeaba
la encantadora y atractiva figura
de la irreverente quinceañera
bañándose en el río doradas
en una festiva Semana Santa.
Marchó a la aún apacible capital
en un busca de un promisorio porvenir.
En la aldea querendona que ya expiraba
quedó una de sus primeras ilusiones.
