Francisco Adolfo Caicedo

Subiendo a las cruces

Ascendiendo por la culebra del sendero

Con más de un centenar de gradas.

Bordeadas por el follaje virginal

 

A la diestra, una minúscula cancha de tierra

Con entecos de palos de arquería

 

En su cercanía, un totumo antiquísimo

Mudo testigo de historias, cuentos de brujas

Leyendas diluidas en el tiempo

 

El caminante, detiene su andar

En busca de aire fresco

Cruzando por la memoria, los residentes del cerro

María La Paz, los Angarita, Silvina y sus hijos

Alejandro Vivas, que ya no están con nosotros.

Subiendo-a-las-cruces