Ascendiendo por la culebra del sendero
Con más de un centenar de gradas.
Bordeadas por el follaje virginal
A la diestra, una minúscula cancha de tierra
Con entecos de palos de arquería
En su cercanía, un totumo antiquísimo
Mudo testigo de historias, cuentos de brujas
Leyendas diluidas en el tiempo
El caminante, detiene su andar
En busca de aire fresco
Cruzando por la memoria, los residentes del cerro
María La Paz, los Angarita, Silvina y sus hijos
Alejandro Vivas, que ya no están con nosotros.
