Entre la carretera y la acera
Inhiestas las matitas de llantén
Merced al polvo, a la intemperie
Y a los gases vehículares
Subyacen incólumes, sumisas, olvidadas
Los viandantes no le fijan la mirada
Pues ella va en pos de la horizontalidad
Las intermitentes lluvias le refrescan
Le despejan la película terrosa
Y así renace su verdor original
Sus hojas atractivas y turgentes Ofrecen sus propiedades curativas
A quien flexiona su cerviz
Y desgarran su intimidad
Para preparar los bebedizos
Para apaciguar sus anomalías
