La soledad se solaza
El aire luce estático
Ya no está la noble matrona
Ya no está la madre amantísima
Ya no está la abuela consentidora
Ya no la vemos en el sofá
Con su figura rubicunda
Y sus piernas extendidas
Ya no vela el sueño de Pedro
Más acuden sus familiares
A recrearse en su memoria
A repetir sus refranes
A reírse de sus ocurrencias
Afianzarse en las sabias enseñanzas
De su esposo Isidoro
Y de la siempre recordada
María Antonia
