Francisco Adolfo Caicedo

Los Hijos Ingratos

La aldea los enmantó con su manto nubecino

Las quebradas cristalinas, les acaricio sus sudorosos cuerpos

Los conucos y trapiches les calmo el apetito y el hambre

Con sus frutos, parados y buruscas

Los tejares les proveyó de los materiales para sus moradas

Y del barro para sus sueños e ilusiones

Los fundadores y capitanes de la misa de aguinaldos

Les dieron alegrías, ilusiones y religiosidad

Con su lluvia de caramelos, con su recital de pólvora

Con el desfile de disfrazados, con las serenatas navideñas

Con la visita a los pesebres y a las emisoras

Con el traslado a la capilla del rosario en los buses de la concordia

Con la riña a puño limpio entre la muchachada

Las jóvenes normalistas en la rural escuela

Les impartieron: instrucción, destrezas y valores

Algunos despertaron a la ilusión con ellas o con sus condiscípulas

Las madres querendonas, les dieron tolerancia y compresión

Las inocentes doncellas les entregaron sus encantos

Las meretrices de la zona de tolerancia, los hizo hombres

Los artesanos les enseñaron a ganarse el par de cada día

Y les legaron sus propiedades

Algunas- os- son destacados profesionales y

Han sabido aprovechar en beneficio familiar y son un ejemplo.

Algunos han acumulado propiedades, poco les importa sus semejantes

Otros pasan en sus vehículos ven de soslayo a su lar nativo

Uno que otro visita y cordializa con sus coterráneos.

Los Hijos Ingratos