Las inmensas moles amarillas
Horadaron y aniquilaron
Lo que quedaba del fundo y el tejar
Un campechano sentado en una piedra
Contemplaba absorto las volutas de humo
Y se resguardaba del ruido infernal
Mustio observaba la caída de los arboles
El revolcón del humus y del follaje
Y el derrumbe de las gruesas paredes
Expectante, esperaba un baúl o una botija
Mientras mascaba una hoja
O preparaba una boleada de chimó
Mientras el anciano patrón resignado y compungido
Comentaba a uno de sus nietos, hijo hijito
No dejaron ni los fallones, y para colmo
Desaparecen los fluidos acuáticos.
