Francisco Adolfo Caicedo

Hermes Vivas y Victor Romero

Las inmensas moles amarillas
Horadaron y aniquilaron
Lo que quedaba del fundo y el tejar

Un campechano sentado en una piedra
Contemplaba absorto las volutas de humo
Y se resguardaba del ruido infernal

Mustio observaba la caída de los arboles
El revolcón del humus y del follaje
Y el derrumbe de las gruesas paredes

Expectante, esperaba un baúl o una botija
Mientras mascaba una hoja
O preparaba una boleada de chimó

Mientras el anciano patrón resignado y compungido
Comentaba a uno de sus nietos, hijo hijito
No dejaron ni los fallones, y para colmo
Desaparecen los fluidos acuáticos.

Hermes Vivas y Víctor Romero