Francisco Adolfo Caicedo

Cuál paloma de cinco dedos

Su coche trepa la cuesta escolar,

o se desliza por la calle,

llegando a su morada

 

Saluda, girando con gracia

su mano, cual díscola paloma

esbozando una cálida sonrisa

 

Se comunicaba con sus vecinos

cuando acicalaba el frontis de su casa

 

Quedan destellos de su belleza

que deslumbró a los parroquianos

y de su imantada y pedagógica voz

que impactaba a sus alumnos.

 

 

Literatura-Latina