Su coche trepa la cuesta escolar,
o se desliza por la calle,
llegando a su morada
Saluda, girando con gracia
su mano, cual díscola paloma
esbozando una cálida sonrisa
Se comunicaba con sus vecinos
cuando acicalaba el frontis de su casa
Quedan destellos de su belleza
que deslumbró a los parroquianos
y de su imantada y pedagógica voz
que impactaba a sus alumnos.
