¡Ora a tu ángel guardián!
Que tu bello canto
Llegue a la virgen,
La llenan de plácemes
Porque la bella fémina
Está en la dulce espera
El robusto y crecido acompañante
Lanza una mirada recelosa
A quien pronuncia las palabras
Se perfila hacia el abajadero
Para cruzar el plateado puente
Taciturno, ensimismado en sus quimeras
En instantes pasa la fémina
Con una cálida sonrisa
Con enigmática mirada
Al mirto y la cayena.
