Ideas en la mente y amor en el corazón
Me criaron dos madres, una de ellas la más sabia que conozco, me enseñó de la poesía, el amor y de los corazones rotos, mi otra madre me enseñó del trabajo duro, del respeto, la disciplina y la benevolencia, mi padre, él ayudó a darme vida para poder tenerlas a ellas dos.
De pequeño era un enamoradizo, pero lo suficientemente tímido como para no hacer algo al respecto, y la vida era la suficientemente dura como para añadir un corazón roto a la mezcla.
Casi a los cincuenta llegó el amor eterno a mi vida, mi bella esposa Juana, Juanita; tan linda como fuerte, tan risueña con enojona, con sus ojos color esmeralda y su tez tan blanca como su pureza; nos regalamos el uno al otro dos pequeñas mujercitas, tan picaras como dormilonas, con sus pequeños ojos cafés y brillantes, como los de su padre, con risas únicas como la de nuestra Juanita.
Gracias a todas las mujeres de mi vida, hermanas, amigas, vecinas, todas tienen un espacio aquí, su compañía, encuentro, saludo, admiración, esencia, me han motivado siempre a escribirles.